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Reunión imprescindible en Colombia

Celebran la X Conferencia Nacional Guerrillera, quizás la última...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 21/09/2016
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En lo recóndito de la selva colombiana, con tiendas de campaña en lugar de salones, tiene lugar, hasta el próximo día 23, la X Conferencia Nacional Guerrillera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Ejército del Pueblo (FARC-EP), quizás la última de estas citas, para analizar y aprobar el acuerdo de paz alcanzado en La Habana con el gobierno de Juan Manuel Santos.

La reunión comenzó el pasado día 17 y se extenderá hasta el viernes próximo en Llanos del Yarí, zona ubicada entre los departamentos sureños del Caquetá y Meta. Para analistas, su celebración constituye un momento fundamental en el camino emprendido por Colombia hacia la paz en los últimos cuatro años.   

Al instalar la X Conferencia, el líder de las FARC-EP Rodrigo Londoño, conocido como Timoleón Jiménez o Timochenko, refirió que la paz debe darse bajo los acuerdos alcanzados en La Habana por las partes y la inserción de las guerrillas en la vida nacional.

En la Conferencia se discuten las decisiones estratégicas que se implementarán tras el proceso de dejación de armas, de importancia capital en el tránsito de la guerra a la paz, de la lucha política con armas a la lucha política sin armas, de la vida castrense a la civilidad, de la ilegalidad a la legalidad y lucha institucional, de la irregularidad a la normalización; indicaron fuentes de la reunión, a la que también asiste la prensa acreditada.

Cuando concluya este encuentro, la guerrilla más poderosa de Colombia, con 52 años consecutivos de lucha, anunciará los pasos siguientes para la conformación de un movimiento político y el nombre que lo distinguirá. En principio, el acuerdo de paz se firmará oficialmente el 26 de septiembre en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.

Dos momentos indican la importancia de esta cita. Uno es que la Conferencia de Guerrillero constituye el centro de las decisiones de los combatientes bajo el principio del centralismo democrático. El otro es que no se convocó para trazar estrategias de lucha armada, sino para la concreción de la paz y el rol que les tocará a los antiguos insurgentes en el nuevo escenario nacional.

Pero las disposiciones de la X Conferencia y los propósitos del presidente Santos podrían volverse espuma si el pueblo colombiano rechaza el Acuerdo Final de Paz, suscrito en la capital cubana el pasado 28 de agosto, y prefiera la continuación del conflicto armado.

Santos aseguró el pasado jueves que quienes promueven el voto por el No en el plebiscito, con el argumento de que se podrán renegociar los acuerdos de paz con las FARC-EP, están engañando al pueblo colombiano, e instó a los más de 33 millones de votantes convocados a pronunciarse por la paz nacional. Para que gane la opción del Sí debe obtener al menos un umbral del 13 % de los votos, según el último censo electoral, o sea, un mínimo de 4 396 626 votos (cuatro millones trescientos noventa y seis mil seiscientos veintiséis).

Si gana el NO, que propugna la derecha con el exmandatario Álvaro Uribe al frente, “lo único que se va lograr es volver a lo que se tenía hace seis años, cuando el país estaba inmerso en un duro conflicto armado con las FARC-EP” —apreció el presidente. La guerra deja como saldo al menos 260 000 muertos, 45 000 desaparecidos y 6,8 millones de desplazados, y un costo al Estado en 52 años de unos 179 mil millones de dólares.

Un sondeo realizado por la firma Cifras & Conceptos en la última semana de agosto indica que el 62 % de los votantes aprueba el Acuerdo de Paz, mientras un 28 % lo rechaza. Su similar Datexco Company afirmó que una encuesta en fecha similar arrojó que el 59,5 % votará de manera afirmativa, mientras el 4,7 por ciento expresó indecisión.

En defensa de los acuerdos, Santos afirmó que se ajustan a los parámetros internacionales y las reglas legales nacionales, y que su puesta en vigor no generará impunidad ni retroceso nacional.  

Si la X Conferencia aprueba los acuerdos y luego gana el Sí, entonces comenzaría el proceso de dejación de las armas con el traslado de los guerrilleros a las 22 zonas transitorias, según apuntan los acuerdos de La Habana.

Como parte del proceso de paz habrá otros cambios esenciales. El profesor y analista colombiano Carlos Medina Gallego estimó que los miembros de las FARC-EP serán reinsertados en la sociedad colombiana, y para ello primero se realizará un censo para determinar los intereses sociales, económicos y políticos de cada uno, en tanto el gobierno deberá garantizar los plenos derechos sociales y políticos de la antigua tropa.

Los ideales de las FARC-EP no desaparecerán con el paso a la lucha política sin armas, solo que ahora lo harán por la vía pacífica, pues las razones que motivaron la guerra (problema agrario, desigualdad social y pobreza) siguen vigentes, afirmó el experto.

Aunque aún hay condicionantes, el Consejo de Seguridad de la ONU, confiado en que el pueblo colombiano ejercerá de manera positiva sus derechos, anunció que formará parte de los 450 observadores, en su mayoría de América Latina.

Una parte de la misión internacional, en la que participa el gobierno de Bogotá y las FARC-EP, ya se encuentra en el terreno.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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