viernes, 19 de abril de 2024

Palestina: afrenta al género humano

El genocidio sionista en la franja de Gaza es otra mácula impuesta al mundo por quienes se estiman omnipotentes...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 21/07/2014
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Es vergonzoso asistir por estos días al ejercicio de la más total impunidad por el Israel sionista, que sistemáticamente está masacrando a la indefensa y cercada población de la franja de Gaza con el uso del moderno armamento proporcionado por su aliado mayor, al que también debe “agradecérsele” el sempiterno veto a toda resolución global condenatoria del abusivo agresor.

Y es que, lamentablemente, los principios antidemocráticos que signan a los decisorios mecanismos de la ONU, y la vigencia de un orden internacional exclusivista, excluyente y asimétrico, propician que semejante sangriento contrasentido se reproduzca una y otra vez sin que nadie mueva una mano para detenerlo.

Es el orden que con genial maestría retrababa el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su Libro de los Abrazos, cuando en el mini relato “Los nadies”, recordaba la existencia en nuestro planeta —en términos de apreciación imperial— de millones de seres humanos “Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen nombre, sino número”. Gente que valen menos que las balas que los liquidan.
Y, a los palestinos la historia bochornosa de la dominación hegemonista les ha reservado el peor de los lados.

Porque cuando cercana la primera mitad de la pasada centuria Gran Bretaña accedió a materializar la controvertida promesa hecha al liderazgo sionista de establecer un “hogar judío”, no pensó jamás en seccionar Londres, Manchester o Liverpool.

Cierto es que los impulsores del estado israelí abogaban por el retorno a la tierra originaria del pueblo hebreo, la por entonces Palestina como un territorio único bajo la égida colonial de la corona inglesa. Pero, como la mayoría de quienes la habitaban desde siglos atrás era “nadies”, puros “grupos étnicos” de habla y costumbres ajenas, el asunto no podía convertirse en un gran embrollo.

Bastó que los “colonos” desembarcasen masivamente armados hasta los dientes y protegidos por el binomio de dudosas decisiones de los “organismos internacionales” y de interesados padrinos occidentales, para que se iniciara uno de los más brutales dramas humanos en la historia de nuestra especie.

Conocida es la diáspora forzosa de toda una nación derruida, seccionada, perseguida, violentada, saqueada hasta en lo más elemental y, por demás, demonizada en cada acto de legítima defensa, por tanto obligada a morir en masa a cuenta de las “lógicas y necesarias” medidas de respuesta del ente sionista, que “debe velar por la seguridad de sus ciudadanos, territorio y bienes”.

Y lo que ocurre hoy en Gaza, repetición al calco de lo acontecido en otras ocasiones en los últimos tiempos —cada vez que a Tel Aviv y sus aliados se les ocurre— no es más que parte de ese inconcluso devenir que parece urgido de más sangre árabe para seguir llenando sus bochornosas páginas.

Aviones y blindados contra piedras; misiles inteligentes y drones contra fusiles, pistolas y cohetes semiartesanales; tropas armadas hasta los dientes contra civiles inermes que, como números al fin, al decir del ya citado Eduardo Galeano, quedarán como simples cifras sin aliento ni vida en los informes oficiales y las notas de prensa.

¡Y todavía hay quienes se sorprenden y resoplan ante los insistentes reclamos que apremian a la instauración de un nuevo orden mundial multilateral, equitativo y defensor a brazo partido de la justicia para todos!


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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