jueves, 25 de abril de 2024

OEA: de tres, cero

Aunque derrotado en tres ocasiones, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, seguirá los planes imperiales de socavar al gobierno revolucionario de Venezuela...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 28/06/2016
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Luis Almagro, abogado, experimentado diplomático, canciller del gobierno progresista de José Mujica en Uruguay asumió la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) el pasado año y muchos coincidieron entonces en que con su procedencia izquierdista constituiría un valladar a los planes imperiales de revertir la democracia popular en la región. Se equivocaron las previsiones. Almagro es ahora la voz de la derecha imperial en ese bloque.

Dada su experiencia política en la arena internacional, es inimaginable que este astuto personaje fuera un ingenuo violador de los estatutos del ente que dirige y fuera ajeno a los intereses geopolíticos de Estados Unidos y sus planes imperiales de imponer regímenes conservadores en Suramérica mediante guerras sucias propias del conservadurismo y la partidocracia tradicional. La actual actitud del líder de la OEA demuestra que sigue una hoja de ruta contra la democracia popular en Suramérica.

A contrapelo de los intereses de los pueblos, a Almagro poco le importan —pues no ha movido un dedo— los procesos antidemocráticos que se suceden en Brasil, o el daño económico y social que deja Mauricio Macri en Argentina, las protestas de los maestros mexicanos o la lucha por la tierra en Perú. Almagro tiene un único propósito por el momento: usar a la OEA como instrumento para derrocar al gobierno constitucional de Venezuela y a su legítimo presidente Nicolás Maduro Moros.

Este mes de junio, y violando el articulado del bloque al que también pertenecen Estados Unidos y Canadá, Almagro viabilizó la inaceptable solicitud de la Asamblea Nacional venezolana, de mayoría opositora, para que invocara ante las naciones de la OEA la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, la cual posibilita, incluso, la intervención armada al país suramericano por supuestas razones humanitarias.

Ninguno de sus planes contra Venezuela dio resultado. En las tres ocasiones que lanzó el zarpazo contra Caracas fue derrotado. La primera vez en la 46 Asamblea General de la OEA en Santo Domingo, donde sacó a relucir el tema; luego en la reunión del Consejo Permanente solicitada por Venezuela para escuchar a los mediadores del diálogo propuesto por el gobierno de Maduro el pasado día 21, aceptado con beneplácito por los embajadores. Y finalmente el 23, luego de que se aprobara la lectura de un documento de 132 páginas en las que criticó, según su parecer y el de la derecha comandada por el presidente del Parlamento, Henry Ramos Allup, la crisis generada en la nación suramericana desde 2013, cuando la oposición puso en marcha un plan desestabilizador para derrocar a la Revolución Bolivariana.

El viejo politiquero Ramos Allup, famoso por su histeria, apareció ese día en Washington y amenazó con fomentar un escándalo si le negaban hablar ante el Consejo. Se quedó con las ganas, pues ningún diplomático lo invitó a pasar y Almagro quedó como el bobo de la Corte, sin un acuerdo sobre su injerencista propuesta.

La situación en Venezuela transita ahora por el camino de la búsqueda de un diálogo del gobierno con la oposición, solicitado por Maduro, e impulsado por la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que aceptó como mediadores a los expresidentes de República Dominicana, Leonel Fernández; de Panamá, Martín Torrijos; y de España, José Luis Rodríguez Zapatero.

Los propulsores del entendimiento siguen trabajando, más aun después de que Estados Unidos asegurara, en su tradicional doble juego político, su disposición de entrar en una nueva fase en sus relaciones con Caracas, luego de que el presidente Barak Obama en marzo del 2015 dictara una Orden Ejecutiva que considera a ese país de “amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional del imperio norteño.

Se trata de un movimiento político de la diplomacia de la Casa Blanca a partir del rechazo de los miembros de la OEA de pronunciarse contra Venezuela, con el consiguiente debilitamiento de Almagro y la derecha local. El secretario de Estado, John Kerry, se reunió con su par venezolana Delcy Rodríguez en Santo Domingo, y luego envió a un alto representante a conversar con Maduro, en lo que llamaron la continuidad del proceso de acercamiento.

En esta batalla entre dos fuerzas antagónica, tampoco el pueblo venezolano respalda a Ramos Allup y a Almagro. La prestigiosa encuestadora Hinterlaces realizó un sondeo entre el 7 y el 15 de junio que demostró que el 74 % de los venezolanos apoya el diálogo para encontrar solución a la coyuntura económica y un 82 % quisiera que se realice con mediación internacional, como la propiciada por UNASUR.

Según Hinterlances, el 67 % rechaza una intervención internacional en el proceso político interno y un 84 % la propuesta de la injerencia militar extranjera, que sería presuntamente ejecutada por el Comando Sur de Estados Unidos, también a solicitud de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que agrupa a los partidos de derecha y opositores.

Por tanto, si la mayoría de los miembros de la OEA repudian los planes injerencistas de Almagro y de igual manera lo hace la ciudadanía venezolana —ambos grupos favorecedores del diálogo—, a este títere uruguayo solo le queda seguir el guión diseñado para derrocar al legítimo gobierno de Caracas: la continuidad de la guerra económica y mediática e intentar, también sin éxito hasta ahora, la realización de un referendo revocatorio contra el presidente este año, en violación de las leyes del país.

De fracasar tales providencias podrían hacerse realidad los enunciados del Comando Sur de Estados Unidos recogidos en el documento “Operación Venezuela Freedom-2”, firmado por el almirante y actual jefe de esa unidad, Kurt Tidd, al que tuvo acceso la organización venezolana Misión Verdad.

RECUADRO:

Las 12 recomendaciones presentadas por Tidd en el texto “Operación Venezuela Freedom-2” plantean una maniobra de “amplio espectro, conjunta y combinada dentro del área de responsabilidad, priorizando los conceptos estratégicos: fuerza decisiva, proyección de poder, presencia en ultramar y agilidad estratégica”.

Los conceptos esbozados en el documento forman parte de la matriz doctrinaria de los manuales y proyectos de Guerra No Convencional llevados a cabo desde siempre, y para ello se emplearán “recursos diplomáticos, de información, militares, económicos, financieros, de inteligencia y jurídicos”.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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