sábado, 20 de abril de 2024

Lo inevitable

La sociedad imperial norteamericana nació segmentada y no puede desligarse de esa herencia...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 27/07/2013
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Protestas-Trayvon Martin
La noticia de la liberación del agente desató una ola de protestas, entre los negros de la Florida

La reciente muerte a balazos del joven negro Trayvon Martin a manos del vigilante voluntario George Zimmerman y la posterior absolución del asesino han colocado nuevamente en primera plana el tema del racismo en la sociedad norteamericana.

Zimmerman fue considerado inocente por un jurado que tomó muy en cuenta en su veredicto las disposiciones vigentes en Estados Unidos a favor del uso indiscriminado de armas de fuego, junto al presunto derecho a matar ante la menor sospecha de riesgo personal.

La noticia de la liberación del agente desató una ola de protestas, esencialmente entre los pobladores negros de la Florida, escenario de los hechos, e incluso hizo que el presidente Barack Obama declarara públicamente que la víctima bien podía haber sido hijo suyo, o tal vez él mismo tres décadas y media atrás, cuando ni siquiera pensaba llegar a la Casa Blanca, en alusión al clima de hostilidad que la población afro descendiente ha debido y debe soportar aún.

Sin embargo, a pesar de las afirmaciones de Obama y de las declaraciones de sus voceros sobre la “congoja del presidente” por la muerte de Trayvon Martin, el propio jefe de la Oficina Oval llamó a la calma y a evitar toda confrontación callejera, y solicitó el respeto de los ciudadanos a la controvertida decisión de la corte de justicia que abordó el caso y decidió la absolución de Zimmerman.

Y es que, con todo, Obama se las ha arreglado para, en sus más de cuatro años de gobierno, soslayar el tema del racismo y asumir su cargo como “presidente de todos los norteamericanos”, según rezan sus proclamas políticas.

No obstante, es evidente que la historia social norteamericana no apoya al mandatario a pesar de que asegura que el racismo “ha cedido con el tiempo”, de manera que la discriminación que proviene de las mismas bases fundacionales de la Unión refluye una y otra vez.

Según historiadores norteamericanos con una visión objetiva del sistema socioeconómico de su país, como Howard Zinn, autor de La otra historia de los Estados Unidos,  el propio surgimiento de esa nación a partir de las Trece Colonias fue solo posible gracias al tácito establecimiento de un pacto clave entre sus “ilustres” fundadores.

De un lado, los partidarios del libre mercado y el comercio, radicados esencialmente en el Norte, abogaban por una federación con un cuerpo legislativo ágil que trabajara  por la expansión de ese modelo.

Del otro, una masa de barones de la tierra ligados estrechamente al trasiego y explotación de los negros traídos de Africa, apoyaron el nacimiento de Estados Unidos y transigieron con los preceptos de sus pares norteños a cambio del mantenimiento de la brutal institución esclavista al menos por dos décadas luego de aprobada la carta magna fundacional de la Unión.

Decenios después pudo más el interés del Norte de establecer un amplio universo de consumidores y la Guerra de Secesión colocaría la esclavitud en la picota, pero no acabaría ni mucho menos con los extendidos prejuicios racistas sembrados por los explotadores, para los cuales la división y el temor entre los ciudadanos es carta de triunfo y de sus opciones de supervivencia e imposición.

Y justo semejante devenir, indican las citadas fuentes históricas, ha marcado la estructura social norteamericana y es la fuente, aún en nuestros días, de la persistencia de los actos de odio, desprecio y violencia fatal que, como la muerte de Trayvon Martin, todavía pueden repetirse en la potencia que suele auto titularse —con excesiva frecuencia— el gran “modelo universal de democracia, justicia y oportunidades para todos”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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