viernes, 29 de marzo de 2024

Repicar de tambores anuncia fiesta

Aunque el origen del San Juan camagüeyano estuvo relacionado con la ceremonia religiosa del Corpus Christi, su esencia se transformó en eminentemente profana...

José Gilberto Valdés Aguilar en Exclusivo 23/06/2017
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San Juan Camagueyano
Performance durante el San Juan camagüeyano.

"Somos Los Comandos,
lo que sea,
Venimos arrollando,
lo que sea”

Recordar el estribillo transporta el pensamiento de muchos lugareños decenas de años atrás, a las jornadas previas a las Fiestas del San Juan, con el ensayo de las congas que recorrían las principales calles de la ciudad de Camagüey. Por estos días, el tan… tan… de los tambores rompe la placidez de las noches en la otrora villa principeña. Mírelos como los veo: bandadas de niños y jóvenes los siguen durante varias cuadras y regresan con las caras enrojecidas, alborotados.

Es el preludio de los festejos más antiguos y esperados en el territorio camagüeyano, que datan de la segunda década de los años 1700, como herencia de la cultura criolla imperante en la isla en época de la colonia española.

La conga Los Comandos, agrupación auténtica de esta ciudad, surgida en la década de los 40 del siglo pasado, mereció recientemente el premio Beca de Cultura Popular Tradicional que otorga el Consejo Nacional de Casas de Cultura.

Un nuevo estribillo acompaña a su toque: “¡Qué pasó, qué bolá! ¿Y la conga Los Comandos dónde está?”.

 En la década de los 20 a los 30 la música de tambores de origen africano se suma a los festejos a través de las congas y se convierte en sonido imprescindible en los paseos. La sonoridad de las agrupaciones en esta ciudad es particular, en nada se parece a la de Santiago de Cuba, distinguidos por la corneta china, o a los de La Habana. Investigadores culturales destacan el basamento en el empleo de varios tipos de tambores y del redoblante, tamboras de llantas de automóviles, incluso, algún instrumento de viento, como la trompeta.

UNA MIRADA ATRÁS

Estos festejos han sobrevivido durante tres siglos, siempre que la primavera había cubierto los campos de verdor. Cada mes de junio irrumpían en las cercanías del poblado las partidas de ganaderos que acudían con sus rebaños de reses a los corrales de una especie de mercado anual, que interesaban tanto al hacendado —señorío trabajador según describe José Martí— como al comerciante de carne vacuna.

Terminada la dura faena, festejaban las transacciones de compra-venta con competencias de caballos, paseos de volanta y amenas tertulias. (1)

Puede el amigo lector imaginarse una tropa de jinetes, entrando a galope por la entonces extensa y céntrica calle de San Juan o de las Carreras —actual Avellaneda— donde ocasionalmente se abrían las puertas de las viviendas para acoger a los ganaderos con gustosos manjares y bebidas.

 Además, en muchos lugares se prepara un excelente ajiaco, un caldo de origen taíno, cuya receta enriquecieron los nuevos pobladores con carnes saladas de res y cerdo, además de una variedad de viandas. Hay quien dice que si le echan papa no es ajiaco. Era plato habitual entre la gente “del campo” y también preferente en las cocinas pueblerinas.

Cronista de las fiestas “sanjuaneras”, el hijo de esta comarca Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño, escribió en 1853 “Era todo un saltar en la cama, almorzar o no, ir al pesebre o patio, ensillar el caballo, salir a la calle a dar carreras, gritos desaforados, provocar a los mirones, invitarlos, llevárselos, burlarse de las viejas, decirse sendas claridades, al feo, feísimo, al tonto tantísimo, al plebeyo, plebeyísimo (…)” (2)

Por su parte, en su libro Leyendas y tradiciones del Camagüey, el poeta y ensayista contemporáneo Roberto Méndez Martínez destaca: “A pesar de su nombre genérico no se trataba de una fiesta religiosa sino profana que se ubicaba de manera estable entre las celebraciones católicas de San Juan Bautista (24 junio) y San Pedro (29 junio), aunque muchas veces su extensión es mayor”. (3)

A la fiesta se sumaron los paseos vespertinos de volantas con refinados pasajeros y bellas camagüeyanas —Amalia Simoni fue elegida reina de la nobleza en 1866— (4), junto a carretas engalanadas, personas cubiertas de la cabeza a los pies con sábanas, “ensabanados”, y otros rústicos disfraces, conocidos como “mamarrachos”, hasta la controversial “caza del verraco”.

Como estos festejos tradicionales tenían un origen popular, muy criollo, se produjo una larga pausa en las celebraciones cuando la algarabía se tornó en cargas de caballerías al machete durante las guerras emancipadoras del yugo español.

El renacer de los sanjuanes en tiempos de la República resultó una quimera para comerciantes, quienes buscaban beneficio y propaganda con el engalanamiento de calles y orquestas invitadas, las carrozas distintivas de marcas y establecimientos, las serpentinas, confetis y la selección de las “reinas” del carnaval.

LA TRADICIÓN ES SAN JUAN

Luego del triunfo de la Revolución, el San Juan camagüeyano asimila variaciones en su concepción con la nomenclatura de carnaval, cambio de fechas, pérdidas de costumbres y la asimilación de alternativas. (5) Poco a poco se fue reajustando a la fecha de junio, y en el año 1994 que retoma el nombre de “Fiesta Sanjuanera” y los camagüeyanos asimilan nuevamente esta tradición popular.

Faltan horas para que el 24 de junio inicie el San Juan camagüeyano, que según valoraciones de historiadores junto a Las Charangas de Bejucal (La Habana), las Parrandas de Remedios, (Villa Clara), y los carnavales de Santiago de Cuba, son las fiestas con más arraigo en la isla.

Serán cinco días de fiesta en toda la ciudad, hasta que, en la tarde del 29, culminarán con el divertido y popular entierro que recorre las calles, acompañado de la música de orquestas de charangas y el retumbar de tambores, hasta un determinado punto en el que se realiza la simbólica quema de muñecos de San Pedro. Los lugareños se despiden con añoranza hasta el nuevo año.

Notas:

  1. El Camagüey Legendario, segunda edición 1960, un libro que tuvo muchos dueños hasta que llegó a mis manos.
  2. El Aguinaldo Habanero, l837.
  3. Leyendas y tradiciones del Camagüey, Editorial Ácana, 2013.
  4. Amalia Simoni, patriota camagüeyana, esposa del Mayor General Ignacio Agramonte en la Guerra de los Diez Años.
  5. El San Juan camagüeyano después de la Revolución. Variaciones en una concepción tradicional

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José Gilberto Valdés Aguilar


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