lunes, 29 de abril de 2024

Repensando la arquitectura y el patrimonio industrial

Acerca de la labor de los grupos de jóvenes creativos que existen en Cuba, conversamos con el arquitecto Orlando Inclán...

Maya Ivonne Quiroga Paneque en Exclusivo 27/04/2016
1 comentarios

Durante la duodécima Bienal de La Habana se puso de manifiesto la intención de muchos creadores cubanos por dejar una huella en la ciudad, a partir de la inserción de proyectos artísticos en varias comunidades y de intervenciones urbanas que aprovecharon la inteligencia colectiva en aras de crear nuevos espacios de participación ciudadana.

Aún se recuerdan el taller interdisciplinario “Arte, arquitectura y diseño” —impartido por los profesores Universo García y Gina Rey en el barrio de Colón—, la colaboración de sociólogos y urbanistas en el Parque de Trillo o en el poblado de Casablanca, en Kcho Estudio Romerillo o en la antigua fábrica de bicicletas Claudio Argüelles.

En ese sentido, el arquitecto Orlando Inclán y el grupo Habana (re) Generación (HRG) contribuyeron a visibilizar la historia del patrimonio industrial cubano. Sobre la labor que realiza en la urbe, desde el año 2007, el grupo de jóvenes arquitectos que responde a las siglas HRG, dialogamos con Inclán.

“Somos un grupo de amigos vinculados a la docencia, que nos reunimos para estudiar qué sucede con distintas temáticas de la urbe. Llevamos casi una década investigando sobre el tema del patrimonio industrial, y la herencia que nos legaron antiguas fábricas y almacenes, sobre todo en territorios como la Bahía de la Habana, que hoy comienzan a convertirse en una suerte de ruinas dentro de uno de los sitios más valiosos de la ciudad.

”A este proyecto le dedicamos el tiempo extra que tenemos luego de nuestra jornada laboral. Muchos trabajamos en la Oficina del Historiador de la Ciudad, pero somos un grupo independiente que busca sensibilizar no solo a los arquitectos sino también a la ciudadanía en cuanto a los valores de nuestra ciudad.

”Lo que hacemos es identificar y descubrir puntos importantes de la ciudad, exponer sus valores patrimoniales y, luego, mostrar las posibilidades que brindan. Es algo que desde los años 70 y 80 comienza a estudiarse a nivel mundial”.

—¿Cuáles temas han sido objeto de sus investigaciones?

—Hemos acompañado, desde la teoría, temáticas como la movilidad en la urbe, el transporte en bicicleta o en taxis colectivos, el reciclaje, la reutilización de edificios del patrimonio industrial. A esas prácticas, que hoy están de moda en el mundo, hemos llegado muchas veces por necesidad y no por conciencia investigativa. Deberíamos sentirnos orgullosos de ellas y no perderlas ante una posible recuperación económica de la ciudad.

“En La Habana hay muestras de la reconversión de antiguos espacios industriales como la fábrica de aceite El Cocinero, un sitio que hoy comprende el centro cultural Fábrica de Arte Cubano y el restaurante El Cocinero.

”Desde la Oficina del Historiador de La Habana se han rescatado ya antiguos lotes como los Almacenes de Madera San José, el antiguo almacén del Tabaco y la Madera (hoy la Cervecería del Puerto). Muy pronto será inaugurado el Emboque de Luz, que va a retomar su anterior función de punto para el arribo de las lanchitas de Regla y Casablanca. El patrimonio industrial es muy flexible y puede contemporanizarse, de manera muy sencilla”.

—¿Qué valores patrimoniales posee la termoeléctrica de Tallapiedra?

—Nos apasiona muchísimo el tema de la arquitectura industrial de la termoeléctrica de Tallapiedra, un edificio que en 2015 cumplió 100 años de funcionamiento. En 1915 comenzó a generar energía para la ciudad. Es un inmueble precioso. Tiene como connotación especial que además fue proyectado por el arquitecto francés Georges Carpentier, padre del novelista Alejo Carpentier. Conserva gran parte de los elementos originales que todavía pueden ser rescatados.

“Soñamos con inaugurar en él un espacio de creación contemporánea para que la energía, que durante tanto tiempo transmitió el edificio, pueda volver allí y darle vida a la ciudad. Durante la duodécima Bienal de La Habana abrimos, por primera vez en cien años, al público el edificio de Tallapiedra.

”Convocamos a artistas como Esterio Segura, Andrés Levin y Cucú Diamante para que cooperaran con nosotros en esa acción cultural que consistió en crear la ilusión de lo que puede llegar a ser Tallapiedra en un futuro. Ese ha sido uno de los momentos más importantes de HRG.

”En noviembre de 2014 también fuimos invitados al primer TEDxHabana (Tecnología, Entretenimiento y Diseño, proyecto que surgió hace más de tres décadas en California, Estados Unidos). En el evento impartimos una conferencia acerca de la capacidad de reciclaje de la ciudad y sobre prácticas urbanas contemporáneas, como los taxis comunes y las casas particulares para arrendamiento.

”Recientemente, presentamos nuestro proyecto ante los delegados de la 47 Conferencia del Comité de Diseño del Instituto Americano de Arquitectos que se reunió en La Habana. En el venidero mes de mayo comenzará en la capital cubana la Primera Bienal de Diseño donde nos han invitado a exponer parte de las creaciones de interiorismo y mobiliario que hemos hecho. Intentamos aprovechar todas las posibilidades que se nos presentan”.

—¿Cómo valora el papel de los grupos de jóvenes arquitectos que están naciendo en la isla?

—Es un fenómeno muy interesante, porque hay nuevos grupos de jóvenes arquitectos que también están acompañando, desde lo profesional, el proceso de recuperación de la economía nacional, a partir de la orientación y el apoyo a las personas interesadas en recuperar sus viviendas o en adaptar espacios para crear pequeñas cooperativas no estatales.

“Esos grupos están generando proyectos muy interesantes desde La Habana y Cienfuegos. Nos parece muy bien que esa actividad pueda promoverse más y se convierta en una forma de incentivar a los arquitectos jóvenes para que contribuyan al desarrollo y la recuperación del país.

”Es un campo que recién se está abriendo y habría que estudiar mucho más pero, sin dudas, es una oportunidad de desarrollo profesional, no solo para los arquitectos jóvenes sino también para las nuevas generaciones que deben aprender cómo intervenir sobre antiguos edificios —con la responsabilidad social que eso conlleva—, trabajar con los materiales existentes, reciclarlos y valorar el patrimonio arquitectónico e industrial que posee Cuba”, concluye Inclán.


Compartir

Maya Ivonne Quiroga Paneque

Periodista, locutora, guionista y directora de radio y televisión

Se han publicado 1 comentarios


Mario Marti-Brenes
 7/7/16 15:28

Escuché el otro día al arquitecto Orlando Inclán Castañeda en un programa de la Mesa Redonda hablando sobre la Avenida del Puerto. Me quede preocupado.

Hay dos mesas redondas que tratan sobre proyectos de la Oficina del Historiador, donde el ”historiador” no aparece o es una voz en “en ‘off’, en el pasado”. Es un hombre visiblemente enfermo cansado, que aparece sin brillo. Solo veo arquitectos e ingenieros. Está bien, pero me atrevo a recordar que historiador es una profesión que, para llegar al nivel del Dr. Eusebio Leal, hay que haber estudiado mucho. Vendrá bien decir, y con sumo respeto: Zapatero a tu zapato.

Porque a ver si ponen como sustituto de Leal a un ingeniero o arquitecto.

El arquitecto Inclán es un hombre moderno que quiere hacer su obra moderna. Dice estar a la vanguardia. Y está bien. Pero sería mejor que tomara una zona virgen y no esta tan comprometida con la historia de una ciudad y sus dos millones de habitante, residentes o ausentes.

La Habana no es Miami ni New York o Madrid. Ni hay dinero no habrá nunca para hacer las cosas modernas que allí se hacen.

Pero la modernidad, lo modernísimo, tiene un defecto: Es igual en Miami que en Singapur o Beijín. Nadie viaja para ver esos monumentos ubicuos.

La gente se enamora de La Habana por su añejo, por su solera. Y esa característica hay que cuidarla, so pena que nos pase como a multitud de ciudades de Europa, que por modernizarse ya no son nada ni a nadie interesan.

¡Cuidado Inclán! Cuidadlo.

Cuando mandaba el Dr. Leal (mi compañero de curso), si se iba a hacer algo nuevo, se requeteanalizaba. Así vino el mural delos notables, la catedral griega y la rusa, y otras cosas parecidas. No son obras para ser firmadas, para conformar el currículo de un arquitecto o ingeniero, son obras para reafirmar la ciudad y sus habitantes.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos