La esperanza de Bianchini

Un niño, una anciana, un pescador, un perro, una pareja, un pintor…cualquiera puede sentarse en el malecón habanero y hundir la mirada en el horizonte, en busca de utopías y sueños.

Ahí estará el ojo agudo del fotógrafo Gabriel Guerra Bianchini para eternizar con su lente esos instantes. Los guardará, como tesoros, y los sacará a la luz justo a tiempo. Así sucedió días atrás, cuando le regaló a la capital cubana el 16 de noviembre en su aniversario 498  de su fundación, la exposición Es la esperanza.

No es necesario preguntar horario ni dirección de la galería en la que se exhiben sus gigantes fotografías. Basta con caminar por la Plaza de la Catedral, y ahí están, imposibles de ignorar.

“Me pareció muy linda la idea de llegar a esta plaza, con aura maravillosa, y encontrarse esta mezcla de colores que salen de las nubes, porque es una muestra que habla de la idea utópica de lo que rodea a Cuba, mar y nubes. Lo que sucede cuando la gente se sienta en el muro del malecón puede suceder también desde el balcón de una casa, donde quiera que la vista pueda perderse.

“Las nubes defienden ese sentimiento de tranquilidad, de vida, de emociones…mezclé ambas cosas y retiré el mar y  puse nubes. Se ven personajes comunes que miran, piensan, analizan, están de espaldas y miran hacia lo lejos. Hay edificios también, como el Capitolio, que nacen de las nubes.

“Quise hacerlo así porque disfruté mucho la experiencia que tuve en Francia, donde  viví un tiempo. Allí, durante los festivales de Fotografía, las ciudades se inundan de estas obras. Se decoran con eso. Lo que causó en mí y en todas las personas, me pareció que era la fórmula perfecta para presentar el arte.

“No le quito valor a las galerías, cada cosa tiene su función. Para mí esta muestra lo más importante que tiene es que no le pide al público que vaya a un espacio específico a una hora determinada, sino que le regalamos una sorpresa.

“Para mí como artista es enriquecedor porque por lo general, cuando se inaugura una exposición, sucede casi todo pero luego pasan los días y aunque las piezas están ahí, va quedando en el olvido.

“Ahora voy todos los días y las miradas que veo son mágicas. Sin que nadie sepa que soy yo el fotógrafo, me siento a ver una nueva inauguración en la que todos participamos sin saberlo”.

Bianchini colabora con varios medios, por eso lo podemos ver en exposiciones, galerías, conciertos, ensayos, teatros… ¿Así seguirá su vida en el 2018?

-Sí, sin dudas, pero además estoy pensando mover este proyecto de las gigantescas imágenes de la ciudad por varias plazas de Cuba. Lo manejo ahora a partir del interés que ha levantado esta muestra.

“Mi Habana elegante es otro proyecto en el que trabajo hace dos años. Es el desnudo en el espacio público. Trato de sacar el desnudo del clásico concepto de abordarlo en un espacio privado, cerrado. Así se le otorga el protagonismo solo al cuerpo, ya esa idea se ha explotado mucho. Imagínate que si La Habana es bella, con desnudos puede serlo más. Serían dos protagonistas. Esta serie ha caminado bastante por la vía online. Queremos presentarla como debe ser, y no dejarla así como piezas sueltas. Será lo más inmediato para el 2018.

“Mi proyecto más importante sigo soñándolo porque toca un tema social muy fuerte para los cubanos. No quiero dar detalles porque quiero que se haga y no quiero condicionarlo desde ahora”