sábado, 27 de abril de 2024

Una alerta de siempre

Carlos J. Finaly libró la primera batalla mundial contra el mosquito Aedes Aegypti causante de la epidemia de la fiebre amarilla...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 18/02/2017
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¡ZIKA a la vista!
Cuba trabaja intensamente por la erradicación de las enfermedades producidas el mosquito Aedes Aegypti, epidemia que hoy sigue golpeando.

Muchos no lo creyeron cuando aquel 18 de febrero de 1881 en Washington, Estados Unidos, enunció la teoría del contagio de la fiebre amarilla, a través de la presencia de un agente intermedio, capaz de trasmitir el mal de un individuo enfermo a otro sano. Su hipótesis fue recibida con frialdad y casi con total escepticismo; pero el Doctor. Carlos J. Finlay no dudo de su investigación.

Cuentan que realizó experimentos con voluntarios y no solo comprobó su hipótesis, sino que descubrió además que el individuo picado una vez por un mosquito infectado, quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad. Entonces, seis meses más tarde y ante una sesión de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, presentó su descubrimiento al identificar al mosquito Culex (hoy Aedes aegypti), como el transmisor de la enfermedad.

Ello no fue suficiente y con ese importante resultado los postulados de Finlay fueron ignorados por más de 20 años. Por suerte acabada la guerra hispano-estadounidense, su propuesta fue realmente aceptada por la comunidad científica de la época. Así libró la primera batalla mundial contra el mosquito Aedes Aegypti causante de la epidemia de la fiebre amarilla y obtuvo también la primera victoria.

Textos de la época refieren que al nacer la República de Cuba (20 de mayo de 1902) fue nombrado Jefe Nacional de Sanidad en el gobierno de Estrada Palma. A sus brillantes dotes de científico sumó también la capacidad de organizar la sanidad cubana, velar por la salud de los ciudadanos, higienizar las ciudades, mejorar las dispersas y precarias instituciones de salud heredadas de la colonia, erradicar el mosquito, prevenir y enfrentar las enfermedades transmisibles, vacunar y fortalecer el control sanitario en los puertos para impedir epidemias foráneas.

Son esas las ideas que igualmente ha defendido la Revolución durante estos años de existencia, incluso, mucho antes cuando Fidel dio a conocer su alegato La historia me absolverá. El legado del más universal de los científicos cubanos tiene plena vigencia, y nadie pone en duda la eficacia de las campañas antivectoriales para la eliminación de un gran número de dolencias en nuestra población.

Por solo citar un ejemplo, la Asamblea Nacional aprobó en la Ley del Presupuesto para 2017, destinar el 72 por ciento de los gastos corrientes del Estado a los servicios sociales básicos vinculados a la calidad de vida de la población y las prestaciones de la seguridad social. En el caso de la Salud Pública y la Asistencia Social los gastos ascienden a 10 mil 206 millones 200 mil pesos, que significa el 28 por ciento del gasto corriente y representa el 11 por ciento del PIB.

Estas cifras permitirán sostener los servicios en 12 400 unidades asistenciales, entre ellas, 151 hospitales, 451 policlínicos, 10 782 consultorios de médicos de la familia, 110 clínicas estomatológicas, 147 hogares de ancianos, 265 casas de abuelos y 30 hogares de impedidos físicos. Respaldarán la prestación de servicios de salud para cifras de 1 millón 120 mil ingresos hospitalarios en más de 45 mil camas, 86 millones de consultas médicas y unas 28 millones 500 mil consultas estomatológicas.

Todo ello ayudará también a seguir manteniendo la vigilancia y nuestras campañas antivectoriales para hacer frente a las enfermedades transmitidas por los mosquitos del género Aedes como el zika, el dengue, el chikungunya y la fiebre amarilla, y a mejorar la calidad de vida de la población. Recordemos que el pasado año por esta fecha, el General de Ejercito Raúl Castro Ruz, daba a conocer el plan de acción, bajo la conducción del Minis­terio de Salud Pú­blica, para el en­frentamiento a esas enfermedades.

Entonces una intensa campaña se desplegó en todo el país y aunque fuimos víctimas de la existencia de varios casos de Zika, por suerte se logró aplacar la situación, y con eso también hacer frente a las demás enfermedades. La participación consciente de todos fue una clave. Si hace más de cien años el Doctor. Carlos J. Finlay nos alertó del agente trasmisor lo que hagamos no puede ser una campaña más, de manera que ga­rantice ín­dices de infestación mínimos.

Se hace necesario una estricta vigilancia, pues aunque Cuba trabaja intensamente desde hace más de tres décadas por la erradicación del mosquito Aedes Aegypti, factores relacionados con la ina­decuada calidad técnica del trabajo an­tivectorial, el deficiente sa­neamiento ambiental,  la escasa participación popular en la solución de los riesgos y con­­­diciones climatológicas adversas, propician el riesgo de que se propaguen en­fer­medades. La alerta es de todos.


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Yuniel Labacena Romero


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