jueves, 18 de abril de 2024

¿Por dónde empieza todo?

Legislaciones “con mano suave”, falta de conciencia individual y cultura pro-ambiental, inspecciones insuficientes, delitos no contemplados como tal… ¿Cuánto puede afectarse el entorno que nos rodea, a diario, y de qué depende?...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 05/06/2014
1 comentarios
Medio ambiente en cuba
El medio ambiente no debe ser tratando de forma irresponsable, cuidarlo es una labor de todos.

El humo que salía de su cocina y los elevados decibeles en los que colocaba la música en su equipo durante todo el día fueron los primeros argumentos que le enunciaron los inspectores antes de imponerle la multa por afectaciones al medio ambiente, a la que podía seguirle después la obligatoriedad de cerrar su cafetería. Hugo no entendió “porque que yo sepa, hacer algo en contra del medio ambiente es botar la basura en la calle, contaminar los ríos o el aire, pero no con el “humito” de una cocina”.

Hugo debe informarse más y con ello aprender cuánto de lo que hacemos a diario puede contaminar nuestro entorno y ser motivo entonces de la aplicación de sanciones respaldadas por la legislación vigente en el país en materia medioambiental. Pero Hugo, como la gran mayoría de los cubanos, no “domina” esas cuestiones y salvo lo relacionado con los bosques, los mares, los animales y la atmósfera en dimensiones extraordinarias, no avizora peligro alguno.

Suena contradictorio que así sea porque Cuba es un país con un marcado interés a favor del medio ambiente. Está evidenciado así en el artículo 27 de nuestra Constitución desde 1976 y podemos enorgullecernos, además, de haber sido el primer país de Latinoamérica que introdujo el concepto de desarrollo sostenible en este documento, durante su reforma en 1992, luego de celebrarse la Cumbre de Río de Janeiro.

Anteriormente, en la década de los 80, ya contábamos con la ley 33, en la que se promulgaba la protección del medio ambiente y los recursos naturales. Surgió además el decreto-Ley 138 de la protección de las aguas terrestres, el de los suelos y el de las semillas, entre otros, y son ejemplos de una intención política concreta, aunque en ese entonces no pudieran implementarse estas disposiciones con todas las de la ley.

El Período Especial, por ejemplo, no impidió que Cuba avanzara en lo concerniente a la protección del medio ambiente, pues se hablaba de potenciar nuestra economía para salir de la crisis, pero sin que el precio fuera pagado por nuestro entorno. Fue en 1997, precisamente, cuando se promulgó la Ley 81 de 1997 o Ley del Medio Ambiente, que se mantiene vigente hasta hoy, a la que se suman el Decreto Ley de las Zonas Protegidas y el Decreto Ley de las Zonas Costeras.

Por fortuna, se han dispuesto leyes recientemente en las que se toman en cuenta los aspectos medioambientales. Una de ellas es la Ley Tributaria, donde se contemplan impuestos para la producción de desechos, para la protección de las aguas y de la atmósfera. Podemos hablar también del Decreto Ley de la Zona de Desarrollo Especial del Mariel y de la nueva Ley de Inversión Extranjera. Esto es muy importante, no todo puede ser castigar y penar porque cuando llegas al momento de la penalización es muy tarde para el medio ambiente.

Sin embargo, aunque la preocupación política inunde el cuerpo jurídico del país con disposiciones que establezcan el proceder con respecto al cuidado del medio ambiente, ello no basta si en la conciencia de las personas esto no halla cabida como sucedió con Hugo, y si además carecemos de sanciones administrativas o pecuniarias realmente dolorosas.

¿Contamos con los recursos necesarios para ello? Realmente no, y de hecho es muy difícil en el país tomar determinadas decisiones cuando tenemos un sistema de trasporte público tan deficiente o un desarrollo industrial muy limitado. Pero, no siempre se trata de culpar a las ausencias por lo que no hacemos bien porque en lugares donde no faltan los cestos de basura, todavía hay quien termina de comerse un pan y tomarse un refresco y lanza a la calle o a la acera por donde camina la servilleta y la lata, y lo peor es que nadie reprende por esa conducta.

Claro que de contar con recursos suficientes, tal vez hasta tendríamos contenedores de basura que nos obligaran a separar los papeles, las latas, el aluminio, el vidrio y otros materiales, pero no bastaría con eso, si nuestra cultura aún está en pañales en lo relativo a cuestiones medioambientales.

Si creemos que solo la emisión de gases de una refinería puede propiciar la contaminación atmosférica y no el humo que desprende nuestra cocina o la fogata que hicimos en el patio para quemar cosas viejas; si pensamos que una jaba de nylon o dos o tres papelitos en el mar no son significativos; si asumimos que un incendio forestal solo se originaría por causas extraordinarias y no por un simple cigarro dejado “sin querer” en un área verde, sería realmente una tarea titánica desarrollar el país sin perjudicar nuestro entorno.

Con el Decreto-Ley 200, por ejemplo, se hace lo que se puede. Se imponen multas (de cuantías bajas), se obliga a cerrar locales, se cancelan licencias, se suspenden actividades… pero atemperarlo a la realidad actual es esencial, teniendo en cuenta que fue concebido en los años 80.

Modificar el Código Penal es una urgencia en este sentido, en tanto tampoco se recogen en él infracciones contra el medio ambiente o los recursos naturales, tipificadas como una acción contra la que hay que actuar, no solo cuando la ejecute Hugo o cualquier otro individuo, sino también cuando lo haga una entidad, una empresa, un organismo.

Volver a hablar de Hugo no persigue demonizarlo, pero es que él, como otros muchos, integra la lista de quienes se adscriben a nuevos modelos de gestión. Es un cuentapropista, pero también pudiera ser un tenedor de tierras ociosas, un usufructuario, un cooperativista y sea cual fuere su condición, en ningún momento a Hugo se le ha exigido un compromiso para con el medio ambiente. ¿De quién es la culpa en esos casos?

Promulgar una nueva Ley de Medio Ambiente en el país puede ser un camino para asumir esas culpas y enfrentarlas, siempre y cuando se garantice, con las condiciones requeridas, una verdadera implementación en la práctica de lo que quede regulado. Por supuesto, también tiene que serlo la educación ambiental desde edades tempranas, para sembrar convicciones ambientalistas de manera natural, para que no exijamos después cuando ya sea demasiado tarde.

Tener en cuenta estos aspectos en nuevas disposiciones que se promulguen y estar más presentes en la cotidianidad desde la inspección y la represión es también esencial. Cuando se habla de grandes problemas ambientales como puede serlo la erosión y otras afectaciones del suelo, el deterioro del saneamiento y las condiciones en asentamientos humanos, la contaminación de las aguas interiores y costeras por falta de control de las fuentes contaminantes, la deforestación y la pérdida de biodiversidad… ¿Por dónde empezó todo?


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".

Se han publicado 1 comentarios


el adivino
 1/9/14 15:03

Querida periodista, su comentario me llevó a meditar sobre los muchos Hugos que pagarán sus multas por tales indisciplinas, pero a la vez me colerizó. El humo de Hugo puede ser tan insignificante ante el humo de nuestros ómnibus urbanos, su música alta puede que sea música para mis oídos cuando los comparo con los pregones callejeros, los pitos en la calle y los centros nocturnos y discotecas estatales. Y lo que es aún peor, toda una entidad como los Servicios Comunales de la Ciudad que es disfuncional y casi inexistente en la capital de todos los cubanos y que la venga a pagar el pobre Hugo. La última carta de la baraja, la soga y su lado más débil, una molécula dentro de ese descomunal océano de cosas mal hechas y falta de moral y que Usted enfoque el tema en Hugo y un tanto justifique lo verdaderamente criticable, las entidades estatales que son las que deben educar y predicar con el ejemplo. Por favor, quitémonos la venda de la censura y no la emprendan con los pobres de la tierra.

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