miércoles, 24 de abril de 2024

¿Cuánto usas el software?

Esta pregunta abrió las puertas a la reflexión sobre el verdadero uso que se le da al software educativo en las escuelas cubanas...

Claudia Hernández Rodríguez en Exclusivo 27/02/2015
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La flecha del mouse recorría la pantalla de un lado a otro. Sus pies mostraban la ansiedad ante el reloj que marcaba el tiempo. Los dedos no le alcanzaban para contar las palabras que aún no tenía. La tecla de borrar sonaba una y otra vez.

¿Cómo es posible si solo tiene seis años? Este fue el primer pensamiento que tuve al observar cómo mi vecina más joven se desempeñaba ante el computador de sus padres. Al parecer, la atención de Laurita estaba totalmente ocupada por aquel videojuego donde, formando familias de palabras a partir de imágenes, “repasaba la última clase que le dio su maestra”.

“En la Educación Primaria se hace necesario crear vías que faciliten la comprensión de los diferentes contenidos por parte de los escolares. A partir de la introducción de la informática en las escuelas, y de la mano de los diferentes software, pueden descubrir contenidos que les permiten aprender, investigar e interactuar con el ordenador; el cual constituye una maravillosa herramienta para ampliar su horizonte cultural”, comentó a Cubahora Osmany Torres Guerrero, desarrollador de software educativo en Holguín.

A pesar de la utilidad de este tipo de producto y de la imperante necesidad de que tengan más presencia en nuestras escuelas, la creación del software debe estar mediada por la calidad y no por la cantidad. Es necesario incorporar, además de un novedoso proyecto didáctico y pedagógico, una alta calidad en su diseño, presentación y navegabilidad.

No ganamos con producir veinte software al año, cantidad no se traduce en calidad; ganamos haciendo uno que sea realmente útil y llegue a su público meta.

ASÍ COMENZÓ EN CUBA

El desarrollo de las tecnologías informáticas es un fenómeno que contribuye de manera positiva al mejoramiento de la educación. El uso del computador dentro del proceso de aprendizaje desarrolla creatividad, confianza e iniciativa en los alumnos.

Alguien de pensamientos tan claros como Ernesto Guevara dijo en una ocasión: “El mundo camina hacia la era electrónica(…). Todo indica que esta ciencia se constituirá en algo así como una medida del desarrollo; quien la domine será un país de vanguardia. Vamos a volcar nuestros esfuerzos en este sentido con audacia revolucionaria”.

Sus palabras alertaban sobre un futuro donde las nuevas tecnologías marcarían el camino a seguir; entonces, educar empleando la computación como herramienta parecía un sueño lejano para los cubanos.

No fue hasta la década de los 80 del pasado siglo que comenzaron a desarrollarse software educativos de manera aislada en las diferentes universidades pedagógicas del país; los cuales, aunque solo respondían a necesidades puntuales, es decir, dificultades con la solución de problemas o el Teorema de Pitágoras, marcaron los primeros pasos en esta área.

En diálogo con César Labañino Rizzo, jefe del Departamento de Desarrollo de Recursos para el Aprendizaje, conocimos sobre la temprana aparición de profesores entusiastas con una mirada diferente hacia el futuro, momento en el que de una manera espontánea comenzaron a surgir pequeños grupos que motivaban la creación de software educativos, proceso que se mantuvo durante cinco años aproximadamente.

Tras largas horas de conversación con el especialista pudimos conocer que, en Cuba, el desarrollo de la tecnología con respecto a la educación tiene dos vertientes fundamentales: por un lado está el propio desarrollo tecnológico del país, y por el otro un factor de índole económico-política, relacionado con la caída del Muro de Berlín.

“Es conocido que cuando comenzó el período especial el país cayó en una fuerte depresión económica. Desde una perspectiva marxista, y siguiendo el precepto de que ‘el hombre piensa como vive’, el que existieran problemas económicos se reflejaría posteriormente en la sociedad. Evidentemente la solución era resolver el problema económico, pero al no ser posible fue necesario acudir a otras cuestiones, y la revolución optó por preservar el factor social desde el punto de vista educativo”, comentó Labañino a Cubahora.

La pregunta sobre cómo fue posible llevar a cabo semejante tarea, en medio de la compleja situación existente, no se hizo esperar. La sonrisa sabia y las palabras certeras de César fueron la respuesta necesaria:

“Imagínate, nos enfrentábamos a una situación económica complejísima, que era la existencia de grupos de estudiantes con cerca de cuarenta alumnos. Enseñar la Ley de Newton en esas condiciones no era complejo, pero buscar y preservar valores era una verdadera problemática, quiero decir, crear y preservar relaciones entre la escuela y los familiares de los educandos. Entonces surgió la idea de reducir los grupos a quince estudiantes. A primera vista esta parece una fórmula muy sabia, pero tiene grandes implicaciones económicas: se necesitan más aulas y más maestros, en fin, es un problema que no deja de atravesar por otro problema económico”.

Esta etapa marca un punto importante dentro de la educación cubana, pues llega a las aulas el profesor general integral, el cual, comenta el experto, “a la vista de un Leonardo Da Vinci tenía que saber de todo. Esto hubiese sido posible si, y solo si, él hubiese estado pertrechado de herramientas tecnológicas que le permitieran reforzar mucho más el trabajo formativo y no tanto el trabajo cognitivo, o sea, no era tan importante que él fuera el sabelotodo, pero sí era muy importante que él fuera el ingeniero del alma de los muchachos que estaban en las aulas”.

Con el propósito de brindar el apoyo tecnológico-curricular necesario para llevar a cabo esa misión histórica, que fue el surgimiento del maestro general integral, surge un nuevo departamento dentro del Ministerio de Educación. La meta: lograr que del 1.o de septiembre al 25 de julio, cuando un docente necesitara hacer una consulta sobre determinado contenido, él junto al alumno pudiera llegar a esa información que necesitaba a través del software educativo.

En este contexto se crean, a lo largo de todo el país, veintiséis centros de desarrollo del software educativo, “que de una manera muy organizada funcionaban como Voltus 5, que aunque trabajaban por separado, cuando hacía falta unirse lo hacían para llevar a cabo una acometida. Es así como se crearon las colecciones Multisaber, para la educación primaria, El Navegante, para la enseñanza secundaria y Futuro para el bachillerato”, dijo Labañino a nuestra revista.

UNA EXPERIENCIA EN EL ORIENTE CUBANO

En la provincia de Holguín radica uno de los primeros centros creados en la isla para el desarrollo de software educativo. Luego de contactar con Osmany Torres Guerrero, desarrollador de esta materia en la región, conocimos sobre la creación de dos nuevos software, diseñados para “elevar la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje de las asignaturas priorizadas y el desarrollo de actividades educativas vinculadas a las tecnologías de la informática”, comentó el también instructor de Joven Club de Computación y Electrónica.

Torres Guerrero explicó en qué consisten ambos productos: “El software Mis primeras letras tiene como principio que el niño aprenda la relación fonema-grafema, desarrollar el oído fonemático explotando el empleo de la iconografía, el color, forma y tamaño; elementos distintivos de estas edades; además, tiene como precedente un cuento donde las letras se personifican y forman una gran familia (Una familia de letras).

En relación con el software para las habilidades de cálculo, Jugando aprendo a calcular, se desarrolla como elemento de apoyo al proceso de aprendizaje de las dos operaciones de cálculo más importantes en esta etapa: la adición y la sustracción”.

Complacido y con ansias de continuar el trabajo, Osmany comentó: “Las expectativas rebasan lo que se soñó en un inicio, pues actualmente se emplean en diferentes centros educacionales del territorio, como una vía novedosa para facilitar el aprendizaje en estas dos esferas de tanta importancia. Además, los padres de niños de estas edades lo solicitan como medio de preparación antes de iniciar el grado primero, y luego como elemento propicio para el entrenamiento de los conocimientos adquiridos en clases”.

¿QUÉ SUCEDE HOY?

A criterio de César Labañino: “En términos tecnológicos, el software educativo está en sus mejores momentos. Yo diría que existe un concepto propio de la manera de hacer software educativo cubano. Te puedo asegurar que estamos en sintonía con lo que se hace mundialmente en cuestiones de software educativo, y cualquiera que investigue no va a encontrar en ningún país un soporte curricular extensivo de software educativo de la manera en que nosotros lo tenemos, lo cual se debe principalmente a que en el mundo esto cuesta muy caro”.

En el recién concluido I Taller Nacional de Informatización y Ciberseguridad, Wilfredo González, viceministro de Comunicaciones, comentó que se deben actualizar los programas nacionales de educación para formar un ciudadano preparado para asimilar las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Si concordamos tanto en la importancia de las herramienta tecnológicas para la educación, como en la calidad que presentan estos productos, pensados y creados en Cuba, ¿por qué en la práctica, o sea, en las aulas cubanas no cuentan con el protagonismo necesario? Permítanos conocer lo que piensa sobre esta problemática, comente a continuación…


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Claudia Hernández Rodríguez

Estudiante de Periodismo


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