viernes, 19 de abril de 2024

Un matón ilustrado

Rolando Masferrer fue uno de esos serial killers a quienes el crimen les proporciona gratificación psicológica…

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 19/07/2014
4 comentarios

   A mí me lo contó al oído un viejecillo, holguinero coterráneo mío y del personaje del cual hablaba:

   —Yeyo, Rolandito era malo, malo, malo. Desde jovencito. Él aspiraba a la dirigencia de los estudiantes en Holguín. Y nosotros pudimos impedir que lanzara, desde una azotea, al rival que estaba postulado  también al cargo. Cuando lo sorprendimos, ya tenía al muchacho con medio cuerpo colgando hacia el vacío.

Sí, él fue, a no dudar, un temprano caso de inclinación homicida. Sí, uno de esos serial killers, a los cuales el crimen les proporciona gratificación psicológica.

EL PERSONAJE

En Holguín nació Rolando Masferrer Rojas (1918-1975).

Militó en la izquierda, lo cual lo lleva a pelear en las filas republicanas de la Guerra Civil Española.  (A resultas de una herida en combate, iba a ser conocido como El Cojo Masferrer).

Tras la caída de la República, regresa a Cuba en 1939. Trabaja, como traductor de cables y al frente de la sección internacional, en el periódico Noticias de Hoy, órgano del Partido Socialista Popular (PSP), que agrupaba a los comunistas cubanos.

 El PSP lo expulsa de sus filas y Masferrer funda el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR). A pesar de su plataforma programática —redactada por Masferrer—, desbordante de objetivos progresistas,lo mismo que otras agrupaciones de la época el MSR fue una pandilla gangsteril. Resultaron  sangrientos sus encontronazos con Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), capitaneada por Emilio Tró, veterano de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial. (Masferrer calificaba a Tró como “un psicópata”, lo cual recordaba  la fábula en la cual el sapo acusa al cocodrilo de ser verde).

En 1947, cubanos y dominicanos preparan en Cayo Confite una invasión a República Dominicana para derrocar a Rafael Leónidas Trujillo Molina, Chapitas. Es Masferrer el jefe militar del contingente.

 En el período de mandato auténtico, ocupará una curul en la Cámara de Representantes, la cual, gracias a la inmunidad parlamentaria, le va a permitir hacer lo que le salió de su inverecunda gana.

 Cuando se produce el “madrugonazo” de 1952, se atrinchera en la escalinata universitaria con sus seguidores, armados hasta  los dientes. (Nunca las armas le fueron lejanas). Pronto se evidencia la asustadiza actitud del presidente Carlos Prío, quien, a pesar de contar con el apoyo de la Federación Estudiantil Universitaria, de la Ortodoxia y de varios regimientos que no se habían plegado al golpe, se refugia en una embajada.

 Masferrer, cuyo fuerte no era precisamente la ética, se une a los golpistas.

Fue hombre de la prensa, al punto de dirigir, en Santiago, el periódico Libertad, y, en la capital, Tiempo en Cuba. Alguna vez dijo que admiraba a  cualquier periodista, Pero que lo admiraba más si era valiente. Ah, pero que su admiración tomaba altos vuelos si el periodista era capaz de partir, Colt 45 en mano, a una carta de baraja, a cien pasos.

Y comienza el episodio más cruento de su vida. Sí, amigos que me leen: fue el precursor de todos los posteriores paramilitares en
América Latina.

Crea los “Tigres de Masferrer”, de cuyas andanzas nunca se dirá poco.

Sólo a modo de botón de muestra: en Manzanillo, el primero de enero de 1958,  en una sola jornada, los “tigres” mataron a más de quince personas, entre ellas una familia de nueve miembros a quienes incendiaron dentro de su propia casa, con lo cual ocasionaron  incluso la muerte de tres niños, entre ellos un bebé de sólo 18 meses de nacido. 

Hay más: un día aparecen en la holguinera Loma de la Cruz cinco cadáveres con signos de tortura y disparos ubicados en la nuca. El nombre de uno de ellos es Santiago Masferrer. Y aquí no hay casualidad, pues Santiago, luchador antibatistiano, es primo hermano de Rolando,  y acaba de sucumbir por orden de su pariente, bajo los plomos de los “tigres”.

Fulgencio era más amoral que su secuaz. Y dejó en la estacada a quienes lo habían servido. (O los dejó embarca´os, como dice el pueblo).

Cuando amanece el primero de enero de 1959, junto con 24 de sus “tigres”, Masferrer aborda huyendo el Ola Kun II, un viejo guardacostas estadounidense que había adquirido en la Base Naval de Guantánamo,convertido en su yate personal.

Cuando arribe a costas norteñas, el Servicio de Inmigración —por otra parte siempre hospitalario con aquellos monstruos—  le incautará en su equipaje la bobería de 17 millones de dólares.

Sería juzgado en la Causa 42 de 1959, en ausencia del Tribunal Revolucionario de Santiago de Cuba, por los delitos de asesinato, traición, lesión, robo y maltratos, y fue sancionado a la pena de muerte por fusilamiento.

El gobierno cubano había solicitado la extradición el 7 de enero de 1959, sin consecuencias positivas.

Cuando llegó a tierra norteña hizo de todo. Desde fundar la primera organización contrarrevolucionaria, La Rosa Blanca —junto a su socio, nada menos que Rafelito Díaz Balart—, hasta montar un operativo para ocupar Haití y convertir a ese país en una base de agresiones contra Cuba.

Ah, pero ahí enfrente son como el caso de cuando uno mete una pila de alacranes adentro de un pomo. Inmediatamente empiezan a agredirse con su ponzoña. Y un rato después todos están muertos.

El 31 de octubre de 1975, Rolando acciona la llave de su auto y vuela hecho pedacitos.

UN TIPEJO PARADÓJICO

Policarpo Soler era una bola de sebo que carecía de todo en su caja craneal.

El Polaquito fue un asesino capaz de decirle a la prensa que había ametrallado a la  mujer —encinta— de Morín Dopico, porque le daba lástima verla herida.

Pero Rolando Masfeerrer Rojas —ese matón que repelo—era otra cosa.

Se enseñoreaba de varios idiomas.

Fue un brillantísimo periodista.

Y, además, era un enloquecido melómano, escuchando perenemente a Debussy, a Ravel.

Y, solo como un juego de la imaginación, ¿ven ustedes, queridas comadres, compadres dilectos, a aquel carnicero sin entrañas escuchando las Estaciones, de Vivaldi?


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).

Se han publicado 4 comentarios


PPg
 15/7/15 13:45

No era el Polaquito, sino el Turquito, José Fayat.

senelio ceballos
 1/8/14 10:08

Saludos Argelio Santiesteban PUPO!!..PRIMERO,..LE  pido disculpas aqui en publico, si no le entendi en su trabajo anterior sobre NUESTRO CRISTO DE LA HABANA..PERDONEME...AlGUNOS GUAJIROS  TENEMOS ESAS FALTAS!!! jajaja... a nuestra edad.....

Hoy entre de nuevo  a su web-espacio para volverle  a leer..MAGNIFICO TRABAJO PERIODISTICO-HISTORICO...

Personaje NEGATiVO en todos sus aspectos....Leyendo aqui sobre ese Rolandito!!..Me parece que los ...manferreristas de ODESSA / 2014...Tomaron  sus lecciones para quemar vivos a mas de 40 personas en un edificio....Los fanatististas de derecha /e/ u/o/izquierda..son  muy parecidos...

Pupo..Contais por favor!!! sobre otros muy mentados..que los jovenes actuales  no los conocieron pero nuestra generacion SI......Sosa Blanco o PILARCITO GARCIA!!!

El guajiro

 

Ing. José L. Villalón
 21/7/14 11:59

Argelio, una vez más fascinantes sus relatos, historias, y carecamiento a sucesos y personajes de nuestra historia de la que todos oímos hablar pero poco sabemos; como el caso de este señor, que por lo menos yo a mis escasos 30 años e oído mencionar sobre todo de parte de mi abuela cuando relata los tiempos de la tiranía, pero del que apenas conocía su nombre, apellidos y crímenes. Sin dudas en Santiago de Cuba es una persona del que muchos se acuerdan, pero que nunca más quisieran saber. Gracias de todas maneras, siempre es refrescante leer sus pasajes llenos de cubanía.

Alberto
 19/7/14 19:41

Muy buen artículo. Nos ilustra sobre determinados personajes de un pasado reciente.

Le sugiero al autor siga haciendo nuevas semblanzas con fotos incluidas de personajes del mismo talante como el mencionado Policarpo Soler, el Colorado, el Turquito, Zalabarría o Emilio Tro.

Da para muchos artículos de interesante e instructiva lectura.

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