viernes, 29 de marzo de 2024

Franceses: otro condimento en el ajiaco

Pregonero, provisto de una bocina de lata, Epifanio ofertaba sus servicios a cambio de honorarios muy modestos: una botella de ron. Hasta que un día le pidieron hacer algo imposible...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 07/01/2012
11 comentarios
caballero borracho
caballero borracho

No caben dudas: acá, en Cuba, todo el mundo anduvo regando su miajita.

Yo no sabría decir a ciencia cierta a quién se debe la primicia, pero se dice que fue Don Fernando quien primero comparó a la cultura cubana con un ajiaco. (Claro, el símil por sí solo se explica pues entre nosotros, como en el plato tradicional, se dan cita los más dispares ingredientes).

En nuestros días inaugurales, cuando Cuba era niña, Carlos Primero de España y Quinto de Alemania declara —jactanciosamente, pero sin faltar a la verdad— que en sus dominios el sol no se ponía. El ombligo de aquel imperio descomunal iba a ser Cuba, por donde no sólo transitarán mercaderías mil, sino gentes de todos los pelajes y latitudes.

En esa época fundacional no resultaba raro que en una fortaleza ejerciese como tambor de guerra un africano bozal —es decir, que no hablaba español— mientras los artilleros eran flamencos, rubios con ojos azules.

A la olla donde se cocía esta mixtura fenomenal, comienza a adicionarse un nuevo condimento cuando el siglo XVIII se bate en retirada, y alborea el XIX. Sí, la convulsión haitiana arroja por sobre el Paso de los Vientos sucesivas oleadas de fugitivos aterrorizados.

Al principio, se les dispensó el trato que se dedica a los advenedizos. De aquella época queda esta tonadilla: "Judío francé´, / tú estás bautiza´o / con agua de bacalao".

Pero los recién llegados iban a dejar su impronta, pues no en vano a principios del siglo XIX uno de cada cinco habitantes de la jurisdicción santiaguera es de habla francesa. Ahora mismo y allá mismo, en Macubá, tenemos innumerables cofrades apellidados Laffite o Laferté, Crombet, Ribeaux o Cascaret.

Cuando llegaron, pusieron de cabeza a Santiago, para bien. La jurásica agricultura se revolucionó con la introducción de cultivos exóticos, como el membrillo, o con novedosas técnicas, como el encalado de los suelos.

A Cuba la convirtieron en la colosal cafetera de donde se servía el planeta todo, a pesar de que hasta entonces aquí la infusión sólo era considerada un mejunje medicinal que se expendía en las boticas.

Sacudieron en la vida de la gente la telaraña de sacristía ibérica. Nuevas formas para gustar de la música, para bailar y hasta para hacer el amor. (Sí, no sólo trajeron la máquina de amasar pan, sino también el sexo oral, lo cual hace de nosotros sus deudores, eternamente agradecidos).

Un cofrade (Carlos Padrón: Franceses en el Suroriente de Cuba, Unión, Ciudad de La Habana, 2005) nos ha entregado dos cosechas —léase ediciones— inspiradas en aquellos días cruciales.

Es cosa sabida que Padrón no sólo brilla sobre las tablas, o en pantallas grandes y pequeñas. Personalmente me consta que nadie como él cuando se requiere una precisión de un perito en historia cubana decimonónica.

Pero… ¿qué inspiró al grato amigo para adentrarse en este tema en especial?

Tengo a mano dos razones contundentes:

Primera: A Padrón le consta, como al filósofo Santayana, que el pueblo desconocedor de su historia está condenado a vivirla nuevamente.

Segunda razón: También Carlos está al tanto de que "Quien no tiene patria chica, tampoco tiene patria grande". Y él es un enamorado de esa comarca a caballo entre la Maestra y la Fosa de Bartle, inserta en lo que Pérez de la Riva llamó "el triángulo en que se formó nuestra nacionalidad".

Sí, un enamorado de ese extracto de la cubanía que mimamos con un chiqueo cuando, aquí en La Habana, yo le digo a Carlos:

—Nagüe, ¿cuándo nos vemos en Chago?


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).

Se han publicado 2 comentarios


Equipo CUBAHORA
 7/1/12 13:08

Arístides, muchas gracias por su comentario, estamos trabajando sobre esos errores, pero nos sería muy útil que a través de sus comentarios en los materiales periodísticos o en nuestro foro, nos indiquen que páginas les dan problemas.

Arístides Lima Castillo
 7/1/12 12:13

Es imposible leer muchas de sus páginas porque, sencillamente, no abren. Por favor, arreglen eso.

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