viernes, 17 de mayo de 2024

Margarita y su orgullo de fundadora de los juegos escolares

De la primera generación de las Morenas del Caribe, a sus 76 años de edad continúa entregada al deporte cubano...

Eyleen Ríos López en Jit 01/05/2024
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exvoleibolista cubana Margarita Mayeta Hierrezuelo
Medallista de oro en los Juegos Panamericanos de Cali 1971 y de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá 1970, tras su retiro lideró por muchos años la dirección de deportes en su municipio de residencia en el Cerro.

La exvoleibolista Margarita Mayeta Hierrezuelo representa a la primera generación de Morenas del Caribe con las que sumó experiencias en importantes eventos internacionales. A sus 76 “primaveras”, celebradas el 30 de marzo, aún se mantiene activa.

Medallista de oro en los Juegos Panamericanos de Cali 1971 y de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá 1970,  tras su retiro lideró por muchos años la dirección de deportes en su municipio de residencia en el Cerro.

Oriunda de San Luis, en Santiago de Cuba, esta Licenciada en Cultura Física lleva por casi dos décadas las riendas del sector femenino en la comisión nacional y la Federación Cubana de Beisbol. También lo asume en la confederación del Caribe.

Sin embargo, esta alegre y optimista mujer atesora muy vivo el recuerdo de uno de sus mayores orgullos en el movimiento deportivo cubano, su condición de fundadora de los juegos escolares nacionales, cuando apenas siendo una adolescente participó en la primera edición, inaugurada el 21 de agosto de 1963 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. 

«Todo comenzó gracias a nuestro profesor de Educación Física Pablo Elmer Salazar en la escuela Mariana Grajales, en San Luis. Nos llevó a las pruebas de eficiencia física que se denominaban plan Listos Para Vencer, que incluía subir la soga, saltar, correr 100 y 400 metros. Queríamos ganar el sellito LPV y así fue mi primera medalla», comenta a JIT y sonríe.

Confiesa que en aquel momento comprobó que lo suyo era el deporte, todo lo contrario a los gustos musicales de su familia, incluyendo a su mamá, a quien recuerda deleitándose al cantar.

«Me gustó el voleibol, el profesor Salazar comenzó a hacer captaciones y llegó a tener una preselección en los tiempos de Olegario Moreno, Tati Mendoza, entre otros. Por las tardes, después de la docencia, practicábamos en un terreno rústico que él mismo construyó detrás de la escuela y empezó a confomar el equipo», indicó.  

El profesor sabía que se celebrarían los I Juegos Escolares Nacionales y comenzó a escoger jugadoras de las diferentes regiones de la antigua provincia oriental. Mayeta fue una de las elegidas y así abrazó para siempre la actividad física.

«No hubo mucho tiempo para prepararnos, pero se conformó el equipo y nos llevaron al concentrado en un centro que, mucho después, se convirtió en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar Orestes Acosta, en Santiago de Cuba. Debutamos unas cuantas, estábamos contentas con nuestros nuevos tenis, el short blanco y la blusa negra identificada con el nombre de Oriente», relató.  

Rememora el viaje a La Habana en tren, recogiendo al resto de las delegaciones en cada provincia. Aquel trayecto le recordó cuando de ese mismo modo llegó a la capital por vez primera cuando la alfabetización, en la que ella participó con apenas 11 años de edad en zonas de Baracoa.

«Cuando llegamos a la capital nos hospedaron en casas del reparto Siboney, que ya eran residencias para becados. Pienso que esa zona de La Habana también forma parte de la historia de los I Juegos Escolares».

Aquel 21 de agosto de 1963, en la instalación Eduardo Saborit, antiguo Cinódromo de La Habana, quedó por siempre en Margarita. La mayoría adolescentes, más de 3 mil deportistas de las antiguas provincias de Oriente, Camagüey, Las Villas, Matanzas, La Habana y Pinar del Río, y un equipo del plan de becas. El programa contempló atletismo, beisbol, baloncesto, ajedrez, fútbol, gimnástica, natación y voleibol.

«Esa tarde-noche pensé mucho cuando conocí La Habana al terminar aquella gran epopeya de la alfabetización, pero me impactó más el hecho de poder ver más de cerca al Comandante Fidel Castro, estábamos solo los deportistas», indica.

«Cuántas veces después estuve cerca de él y hasta lo besé siendo del equipo nacional de voleibol, cuando regresábamos de eventos internacionales, pero con honestidad puedo decir que en cada ocasión siempre fue una impresión nueva, me parecía cada vez que era un sueño», amplía.

La santiaguera califica aquellos juegos imborrables por la alegre apertura, por ver a Fidel, luego las competencias. «Ha sido un privilegio y un recuerdo histórico y lindo de todos los que participamos. Recuerdo a mucha gente, como a las voleibolistas Nurys Sebey y Evelina Borroto, a Marcia Garbey de salto alto, a Cristina Echevarria de los 200 metros, a Carmen Moreno de jabalina, a los velocistas Hermes Ramírez y Juan Morales, y al pelotero Rodolfo Puente. Nos vemos y nos queremos mucho. No olvidamos a los que ya no están, porque disfrutamos en un evento muy significativo en lo personal como para el deporte cubano», resalta.

Explica que el impacto de los I Juegos Escolares pudo corroborarlo mucho más en los segundos, ya que hubo mayor participación y el apoyo de los padres, pues algunos no pemitieron la asistencia de sus hijos el año anterior. 

«Los juegos escolares desde los primeros hasta los momentos actuales nunca podemos olvidarlos. Nuestro Comandante Fidel siempre tuvo luz larga en todo lo referente al movimiento deportivo y auguró los campeones que saldrían internacionalmente de este certamen», considera. 

Muestra de ello, explica, tres años después a su creación, cuando los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Juan 1966, la delegación estuvo prácticamente integrada por deportistas nacidos de los juegos escolares. 

«Hubo una explosión mayor en los siguientes, en Panamá 70, y en los Juegos Panamericanos de Cali 1971. Así fueron en los siguientes eventos multidisciplinarios, la mayoría salían de los juegos escolares. La fuerza del trabajo en la base y las Eide resultó evidente en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, en que Cuba se ubicó en quinto lugar», resalta. 

A los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 Margarita asistió como dirigente del beisbol para féminas. Recuerda que «tuvimos un bache grande, había que volver a trabajar con la base y la Eide. No podemos olvidar que esa es la semilla y lo que tributa para los equipos juveniles y nacionales. Fidel no se equivocó con la creación de esos centros, ni nunca se equivocó en el deporte en general, por eso decimos que es el deportista mayor». 

Pero Margarita va más allá cuando afirma que «esos que surgimos de los juegos escolares y representamos a Cuba en citas centrocaribeñas, panamericanas, olímpicas y mundiales, somos hoy licenciados y profesores de deportes porque seguimos superándonos en las Epef, porque en las provincias también se comenzaron a abrir esos centros», considera.

«Todo es una cadena, las Eide, las Espa, las academias provinciales… No puede haber un salto, y los de aquella etapa somos los profesores, licenciados, educadores y formadores de las nuevas generaciones», afirma. 

«Siento que tengo juventud acumulada y se la aporto a los jóvenes porque venimos de una etapa de formacion, de lucha y sacrificios, pero defendiendo los colores de nuestra bandera hasta la muerte, y como educadores hoy nos toca seguir contribuyendo con los que se inician», expresa.

«Aunque esté tensa la situación, aunque estemos bloquedos, no podemos perder nuestra esencia y por eso no olvidaremos aquellos primeros juegos escolares nacionales, nuestro eterno orgullo. Vamos a romper todos los obstáculos que se interpongan, pero el movimiento deportivo cubano revolucionario se va a mantener de por vida con los que estamos y con los que vendrán», concluye. 


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Eyleen Ríos López


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